jueves, 20 de mayo de 2010

Algunos apuntes sobra la exposición “Moana: Culturas de las islas del pacífico”

Histórica y geográficamente las culturas de las islas del pacifico están lejos de nuestro imaginario, salvo contadas excepciones o casos específicos, el conocimiento que tenemos sobre ellas es bastante pobre, por lo que visitar esta exposición representa una excelente oportunidad para conocer a través de la cultura material, la concepción del mundo, los modos de producción (en el termino más amplio) así como las relaciones de intercambio y otras expresiones culturales de estos pueblos.

La sala introductoria deja claro que si bien hablamos de culturas del pacifico en general, vistas de forma particular existen características (lingüísticas, geográficas u otras) que definen grupos específicos, por lo tanto, referirse a los habitantes de esta región del planeta es hablar de un entramado socio-cultural complejo en el que perviven tradiciones añejas, algunas de las cuales han sido modificadas o adaptadas por siglos de contacto con los occidentales, así como prácticas actuales; aunque dichos encuentros son relativamente recientes, han alterado de manera sustancial algunos patrones de comportamiento.

La exposición gira en torno a cinco ejes temáticos: Moana (el mar), Fanúa (la tierra), Lau (intercambio), Mana (poder) y Atua (espíritus y el mundo sobrenatural), si bien cada núcleo está delimitado por colores o espacios, me parece que a nivel curatorial los límites no son tan evidentes ya que la mayor parte de los objetos exhibidos cumple, en su contexto original, diversas funciones; comprendo la necesidad de agruparlos en categorías y me parece un acierto dada la naturaleza etnográfica de la expo. En este sentido es pertinente recordar que la mayoría de las piezas mostradas no fueron creadas con ese fin, por el contrario, su uso ritual o cotidiano dista de las implicaciones museográficas. No obstante, después de algunos minutos y frente a determinados objetos, percibimos cierta “carga energética”.

Partiendo del supuesto de que la mayor parte del público que se acerca a esta exposición tiene muy pocas referencias de lo que va a ver, el guión curatorial y la disposición museográfica responden de manera adecuada a esta premisa y articulan un recorrido que puede entenderse a varios niveles, uno muy básico dirigido a niños y jóvenes, otro más complejo con explicaciones e información detallada, y por último uno especializado, el cual brinda a los investigadores la posibilidad de acercarse a objetos, ritos y prácticas de manera puntual y pormenorizada.

Respecto al estudio de estas culturas, es innegable que la etnografía y antropología modernas han pretendido borrar la concepción colonialista y euro-céntrica que de ellas se ha tenido, sin embargo, no es una tarea fácil dado que las primeras investigaciones y las principales colecciones de este tipo de objetos surgieron bajo aquellos postulados; en este sentido, “Moana” se erige como una propuesta de interpretación, a mi juicio, completa, que invita a la reflexión interdisciplinaria.

Salvo algunos detalles museográficos, cómo cédulas que remiten a piezas que no están numeradas, es de reconocer la calidad y cantidad de los objetos exhibidos; provenientes de prestigiadas instituciones, además de la famosa “colección Covarrubias” del Museo Nacional de las Culturas, difícilmente podrán verse de nuevo bajo un mismo espacio, tal como apuntó el curador de la exposición, Carlos Mondragón.

Ernesto Leyva
Posgrado en Historia del Arte
FFyL - UNAM

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