jueves, 20 de mayo de 2010

Vistas del "día de la madre tierra"







Imágenes tomadas por Ernesto Leyva correspondientes a la celebración del "Día de la Madre Tierra" en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México el 18 de abril de 2010

“El día de la madre tierra” Una celebración entre dos polos

La mayor parte de los mexicanos concibe los rituales y las tradiciones indígenas como parte insoslayable de nuestra nacionalidad, de nuestro “ser”, referirnos a las pirámides de Teotihuacán o a la grandeza del imperio azteca, por mencionar algunos ejemplos, es hablar de un pasado glorioso, el cual nos constituye hasta la actualidad. Habituados a ver y apreciar ese “pasado” en sitios arqueológicos y/o museos, rara vez lo confrontamos con las prácticas contemporáneas. Con esto no quiero decir que pasemos de largo ante los indígenas y lo indígena, sin embargo, pocas veces lo vemos más allá de lo meramente turístico, artesanal o folclórico.

Por lo tanto, asistir a la celebración de “El día de la madre tierra” en el Museo Nacional de Antropología se convirtió en una experiencia muy particular, dado que en ella se conjugaron elementos aparentemente opuestos: por un lado las prácticas neo-prehispánicas y por otro el contenedor mismo, es decir, el museo. El cual, como representante de un Estado que históricamente ha implementado una política de integración y/o asimilación respecto a las culturas indígenas, se caracteriza por mostrar un pasado “homogéneo” y “manejable”, cuyas manifestaciones actuales son siempre (o casi siempre) relegadas.

A ritmo de tambores, silbatos, flautas y palos de lluvia el ritual dio comienzo hacia las 10 de la mañana, dado que ya estaba dentro del patio no pude observar la entrada del contingente por la puerta principal, pero imagino que fue muy similar a lo que vi cuando ingresaron al patio. Los atuendos, las máscaras y los sonidos inmediatamente llamaron la atención de los que ahí estábamos, a partir de ese momento dejamos de ser visitantes del mueso y nos convertimos en espectadores. Espectadores de un ritual que pocos conocían y aún menos comprendían.

Conforme se acercaban a la sala mexica, los participantes danzaban al ritmo de las percusiones, extendiendo sus brazos al cielo y entonando canticos a las divinidades. Según me enteré días después, la negociación con las autoridades del Museo para obtener el permiso fue complicada, por lo que este año se restringió el acceso y no todos los contingentes ingresaron a la sala, situación que retrasó la entrada y bloqueó el ingreso por varios minutos.

Una vez dentro, el grupo que logró entrar se dirigió directamente a la Coatlicue y depositó una ofrenda de incienso, copal y maíz a sus pies. A partir de ese punto comenzaron las danzas, rezos y rituales en agradecimiento a las bendiciones recibidas de nuestra madre tierra; ritos que a pesar de vindicar un origen indígena, incluyen en ellos ciertos elementos provenitentes de la tradición católica. Conforme transcurrían los minutos el ritmo de los tambores llenó el ambiente y por algunos instantes fuimos contagiados de esa “energía” mística, la cual se hizo presente de maneras muy peculiares: gente bailando casi en trance, otros cargándose de energía de las esculturas, algunos más cantando, pero todos guiados por la cadencia de los sonidos.

Participaron en la celebración diversas asociaciones neo-indígenas, algunas de las cuales provenían de Puebla, otras de Tlaxcala, algunas de municipios conurbados y otras por supuesto de la Ciudad de México. En este sentido, la configuración de los asistentes era muy heterogénea, tanto en rangos de edad como en niveles socio-económicos, sin embargo, eso no fue impedimento para “conectarse” con el ritual. Haciendo un cálculo, me atrevería a decir que entre los que estaban en la sala y los grupos que se quedaron fuera había entre 200 y 300 participantes de la ceremonia, aparte el resto de visitantes, de los cuales no podría hacer una estimación.

Una hora después termino el ritual, los grupos desalojaron la sala y poco a poco volvió a su normalidad, dando paso al aire de solemnidad que la caracteriza. Aunque la celebración no finalizó ahí, el contingente de asociaciones marchó por Paseo de la Reforma y Avenida Juárez hasta la estatua que representa la fundación de México – Tenochtitlán, la cual está ubicada en la esquina de la Av. Pino Suarez y Corregidora a un costado del edificio de gobierno del DF, allí termino la celebración.

Más allá de significados o etiquetas, este ritual pone en tensión el papel del museo / institución y nos muestra que las prácticas culturales en esta primer década del siglo buscan espacios en recintos que hasta hace algunos años les estaban vetados. Circunstancia que abre nuevas interrogantes en torno al rol de los museos como generadores de discursos legitimadores.



Ernesto Leyva
Posgrado en Historia del Arte
FFyL - UNAM

Algunos apuntes sobra la exposición “Moana: Culturas de las islas del pacífico”

Histórica y geográficamente las culturas de las islas del pacifico están lejos de nuestro imaginario, salvo contadas excepciones o casos específicos, el conocimiento que tenemos sobre ellas es bastante pobre, por lo que visitar esta exposición representa una excelente oportunidad para conocer a través de la cultura material, la concepción del mundo, los modos de producción (en el termino más amplio) así como las relaciones de intercambio y otras expresiones culturales de estos pueblos.

La sala introductoria deja claro que si bien hablamos de culturas del pacifico en general, vistas de forma particular existen características (lingüísticas, geográficas u otras) que definen grupos específicos, por lo tanto, referirse a los habitantes de esta región del planeta es hablar de un entramado socio-cultural complejo en el que perviven tradiciones añejas, algunas de las cuales han sido modificadas o adaptadas por siglos de contacto con los occidentales, así como prácticas actuales; aunque dichos encuentros son relativamente recientes, han alterado de manera sustancial algunos patrones de comportamiento.

La exposición gira en torno a cinco ejes temáticos: Moana (el mar), Fanúa (la tierra), Lau (intercambio), Mana (poder) y Atua (espíritus y el mundo sobrenatural), si bien cada núcleo está delimitado por colores o espacios, me parece que a nivel curatorial los límites no son tan evidentes ya que la mayor parte de los objetos exhibidos cumple, en su contexto original, diversas funciones; comprendo la necesidad de agruparlos en categorías y me parece un acierto dada la naturaleza etnográfica de la expo. En este sentido es pertinente recordar que la mayoría de las piezas mostradas no fueron creadas con ese fin, por el contrario, su uso ritual o cotidiano dista de las implicaciones museográficas. No obstante, después de algunos minutos y frente a determinados objetos, percibimos cierta “carga energética”.

Partiendo del supuesto de que la mayor parte del público que se acerca a esta exposición tiene muy pocas referencias de lo que va a ver, el guión curatorial y la disposición museográfica responden de manera adecuada a esta premisa y articulan un recorrido que puede entenderse a varios niveles, uno muy básico dirigido a niños y jóvenes, otro más complejo con explicaciones e información detallada, y por último uno especializado, el cual brinda a los investigadores la posibilidad de acercarse a objetos, ritos y prácticas de manera puntual y pormenorizada.

Respecto al estudio de estas culturas, es innegable que la etnografía y antropología modernas han pretendido borrar la concepción colonialista y euro-céntrica que de ellas se ha tenido, sin embargo, no es una tarea fácil dado que las primeras investigaciones y las principales colecciones de este tipo de objetos surgieron bajo aquellos postulados; en este sentido, “Moana” se erige como una propuesta de interpretación, a mi juicio, completa, que invita a la reflexión interdisciplinaria.

Salvo algunos detalles museográficos, cómo cédulas que remiten a piezas que no están numeradas, es de reconocer la calidad y cantidad de los objetos exhibidos; provenientes de prestigiadas instituciones, además de la famosa “colección Covarrubias” del Museo Nacional de las Culturas, difícilmente podrán verse de nuevo bajo un mismo espacio, tal como apuntó el curador de la exposición, Carlos Mondragón.

Ernesto Leyva
Posgrado en Historia del Arte
FFyL - UNAM

martes, 11 de mayo de 2010

Moana. Culturas de las islas del Pacífico



Moana (el mar), Fanúa (la tierra), Lau (el intercambio), Mana (el poder) y Atua (los espíritus y el mundo sobrenatural) son los ejes temáticos que articulan la exposición Moana. Culturas de las islas del Pacífico. En una visita guiada, el curador Carlos Mondragón explicó que la organización de los objetos fue compleja ya que pertenecen a diversos pueblos que habitan la extensa región de Oceanía y del Océano Pacífico. Sin embargo, estos conceptos son comúnes entre los grupos sociolingüísticos que habitan la zona. También subrayó que la muestra no se organiza a partir de núcleos regionales sobre todo porque se trata de piezas que pasaron por el escrutinio de coleccionistas y hoy son acervo de los Museos que colaboraron con la exposición: Museo Nacional de las Culturas, The Field Museum, Peabody Essex Museum, y Young Galery.

La propuesta curatorial en ejes temáticos, según el imaginario de los pueblos del Pacifico, soluciona la fragmentación y revaloraciones que las piezas seguramente han experimentado desde que fueron extraídas de su contexto original hasta su dispersión en colecciones y museos distantes en el mundo. En el contexto de la exposición, metafóricamente las piezas son restauradas en su primer horizonte semántico.

El mayor acierto de los paneles informativos y la distribución de salas interconectadas es insistir que el mar, la tierra, el intercambio, el poder y los espíritus más que temas son conductores de una red dinámica, generalmente llamada cultura. En la exposición los objetos no documentan ni representan grupos etnográficos, el acento está en presentar ejemplares de la cultura material que expresan valores y significados inmersos en los procesos sociales. En este sentido, Moana expone la agencia de los objetos toda vez que remos, barcas, textiles, ornamentos entre otros se asocian con ciclos rituales, participan en el intercambio y expresan valores estéticos.

Moana también se trata de arte sin necesitar un rubro. Como asentó Clifford Geertz, a diferencia de la perspectiva occidental del arte como una actividad diferenciada, otras sociedades producen arte en las prácticas colectivas, los rasgos estéticos participan de un sistema general de formas simbólicas. En las lecturas iconográficas de algunas piezas realizadas por el curador se detecta que los temas que articulan la exposición también están presentes en la simbología de los objetos. Por supuesto, en su capacidad de producir una experiencia sensorial los objetos en sí mismos son arte.

Como se hizo notar durante la visita, la depuración de la propuesta curatorial, en términos prácticos fue entorpecida principalmente por el sonido de los audiovisuales didácticos que contaminanla recepción de otros recursos sustanciales, como los cantos que efectivamente generan una atmósfera particular en las salas donde no hay interferencia. Se debe destacar que las vitrinas de Moana albergan una pieza máximo cuatro y son suficientes para indicar que la exposición aborda una cultura material compleja y sobre todo viva.

Fabiola Hernández Flores
Maestría en Historia del Arte, UNAM.
Antropología de los objetos

COATLINCHAN 2010-CRONICA

Fragmentos y replicas






Estas son fotos tomadas por Sandra Rozental durante su trabajo de campo entre 2008-2010, en San Miguel Coatlinchan, Edo. Mexico, como parte de su tesis doctoral acerca de las relaciones entre comunidades contemporáneas y el patrimonio arqueolágico.

Objetos que buscan regresar al origen

Marcel Mauss habla del Hau de los objetos como aquella fuerza que estos contienen y que es compartida con quienes los han poseído.

La serie “Objetos que buscan regresar al origen” remite a la idea de que los objetos contienen Hau, una especie de memoria que en este caso los hace ser concientes de si mismos y buscar el origen en la naturaleza, en la madera del bosque.


Los objetos elegidos para la serie emergen de la vida cotidiana, y están hechos de madera o papel (material derivado de los árboles). La materialidad de las piezas es importante ya que podría decirse que es esta la que contiene el Hau y es esta fuerza la que busca reincorporarse al ciclo vital.




En estas piezas los objetos consiguen una consciencia metafísica y arrepentidos de su ser cultural se desplazan al bosque y buscan la reintegración, unos a través del perdón, otros mediante la inmolación o simplemente dejándose ir.


Por otro lado esta serie intenta poner en evidencia la separación conceptual entre cultura y naturaleza y al mismo tiempo intenta borrar los límites de estos dos conceptos



*Casi todas las piezas están en proceso, así que aquí muestro un avance de dicho proceso por medio de bocetos y maquetas del proyecto.















Esta última pieza consistió en “embalsamar” un árbol muerto del bosuqe con pliegos de papel.

Cada pliego contiene la descripción de un paisaje, estos fragmentos de texto han sido extraídos de novelas y cuentos, y forman parte de una colección de paisajes literarios que he realizado durante algunos años.



Celia Moreschi

Maestría en historia del Arte
UNAM
c_moreschi@yahoo.com





Objeto Malangan

MALANGAN OBJECTS

MALANGAN: Objetos, Sacrificio, y la producción de memoria. / Susanne Küchler

Existe todo tipo de documentación sobre los sistemas de intercambios de regalos en la historia etnográfica de Melanesia.

* Las actividades relacionadas con intercambios no sólo continuaron sino que sufrieron un incremento relacionado con la economía en estas localidades.

* Evidencias sobre el incremento de actividades de intercambio derivan de estudios etnográficos que muestran mayor frecuencia de ceremonias que involucran objetos de regalo y de valor que circulan.

Colecciones etnográficas tienden a ser olvidadas como datos comparativos, debido a la tendencia predominante de clasificar los objetos con propiedades de representación como arte sin tomar en cuenta cuestiones relacionadas con su intercambio.

* El tratamiento de los estudios realizados a objetos Malangan han sido poco afortunados.
* No se ha tomado encuenta el modo de representación ni el modo de circulación de estos objetos.

* Reconsiderar colecciones de objetos cuyas propiedades representativas conducen a la exclusión de la etnografía del intercambio.

Melanesia se extiende desde el occidente del Océano Pacífico al Mar de Arufara, colinda al sur con Australia, al oeste con Indonesia, al norte con Micronesia y al este a Polinesia. El término procedente del griego melas, "negro", y nesos, "islas", en alusión a la piel oscura de sus habitantes.

* Las naciones que conforman esta región son: Papúa Nueva Guinea, Salomón, Vanuatu y Nueva Caledonia.

* La mayor parte de los estudios realizados a estos objetos provienen de la isla New Ireland, una de las más grandes de Papúa Nueva Guinea.

A pesar de que la destrucción de estos objetos forma parte de su finalidad, la venta de los mismos se ha vuelto una alternativa a su destrucción. Es esta venta lo que ha permitido que muchos de los objetos estén en colecciones de museos.
* Se ha ignorado el significado sobre su destruccióny cómo este carácter de sacrificio los destaca de otros objetos representativos de estas culturas.
* Las imágenes de estos objetos circulan en cada intercambio, proliferando sus cualidades representativas.
* La circulación de las imágenes se consigue mediante la destrucción de objetos de regalo y se hace posible a través de procesos de la memoria.
Enormes colecciones de objetos que fueron hechos para ser destruidos han permanecido como una fuente sin descubrir con información para su estudio, debido a imposiciones de perspectivas occidentalistas.
* Se obvia la finalidad del objeto.

* Relaciones objeto-temporalidad, constancia y variación.

* Objetos-regalo intervienen el tiempo visual y conceptualmente por medio de la característica de intercambio.

* Dos formas en que intervienen el tiempo: cuando los inscriben en sí y cuando lo reactivan.
* Los Malangan son objetos-regalo que deben ser destruidos y reactivan el tiempo al momento de su destrucción.

El sacrifico de los objetos genera el tiempo no a manera de historia, que es visible en la edad de los objetos, pero como memoria, que como imágenes se somete a reactivación del tiempo.

* La producción de la memoria es una característica de los sistemas que manejan la destrucción de regalos. Se basa en una concepción del tiempo que hace hincapié en su renovación y produce imágenes sujetas a la retención y el recuerdo.
Malangan: son esculturas que están talladas y pintadas y que muestran una complejidad visual y conceptual que se expresa en la tensión entre la constancia y la variación en los motivos tallados y pintados.

Son producidas para la ceremonia final de los muertos donde son simbólicamente asesinadas y destruidas. Lo que circula en los intercambios no son los objetos-cosas, sino el derecho de reproducir imágenes que se recuerdan y reincorporan en futuras nuevas esculturas.
* La separación de las imágenes de una escultura que sirve como regalo/ofrenda se efectúa a través de sacrificar la escultura y la liberación, de lo que se considera como su "olor" (musung), siendo éste el aspecto más importante de la memoria.
* La transferencia de la fuerza vital de una persona fallecida a la escultura se produce en el lugar de enterramiento, donde se vuelve a activar y canalizado a los vivos.

Existen dos tipos de Malangan,d emadera y tejidos. Suelen ser esculturas/recipientes de diferentes tamaños, estos contenedores o skins son creados a través de calor. Les dan forma con unos palillos de hierro, se les hacen perforaciones en el proceso de talla de la figura.

* Las estructuras de madera se producen en tres etapas, siendo la primera y la última donde se articula la entrada y salida de la fuerza de vida, estas etapas conducen a la del sacrificio donde se culmina como una producción de entidad renovable, una imagen sujeta a la memoria.

La madera una vez cortada se lleva a un recinto junto al cementerio, madera y cuerpo muerto se deja secar en este lugar, de esta manera se impregna la madera de los fluidos y vapores del muerto. El tallador realiza su trabajo durante dos días, y se le paga con comida especial y dinero. Una vez terminado el trabajo a la noche siguiente se lleva al cementerio donde se realiza una ceremonia en la que familiares e invitados especiales hacen danzas que terminan siendo muy violentas y transgresoras.

* Ya en el cementerio se le arroja dinero a la escultura, hasta que pierda su piel, lo cual significa la muerte del malangan, una vez muerto se lleva a un bosque donde se abandona hasta que se eche a perder, lo que una vez fue absorbido se libera; la descomposición de la escultura completa la extracción de la imagen o la piel y transforma la representación visual en memoria, que conecta a aquellos que
participaron en el sacrificio de la escultura.
Los que comparten la memoria de las imágenes como resultado de tales sacrificios se hacen llamar "una piel" y pueden hacer reclamaciones a la tierra y la residencia, entre otras implicaciones políticas y sociales.

* Muchos de los motivos de estas esculturas pertenecen a familias, hay cierta distinción que identifica a familias de diferentes regiones ya que se apropian del imaginario de sus muertos.

Las imágenes incorporadas en las esculturas se cree que representan a grupos específicos que han colaborado en la producción y el intercambio.
* Estánhechoscomoobjetos de retención, muestran las propiedades que rigen las prácticas relacionadas con el recuerdo repetido de las imágenes que temporalmente encarnan.

* La producción de los regalos, en sistema de intercambio que ofrece su extracción de la circulación a través de un acto de sacrificio, crea una diferencia en la organización política del pueblo.

Los sistemas de intercambio, y las colecciones de objetos resultantes, deben ser históricamente situados y analizados con respecto a la interacción dinámica de la producción de regalos, además de especificar los campos de influencia política y económica en los que repercuten.

* Las colecciones de museos que albergan objetos de sistemas de intercambios contienen información vital que puede iluminar nuestro entendimiento sobre la dinámica histórica de las sociedades relacionadas con la destrucción de objetos, sin embargo para que estas colecciones se integren de manera correcta en la investigación, tenemos que repensar nuestras concepciones de los objetos como cosas únicas e irremplazables.

lunes, 10 de mayo de 2010

Visita al MNA

Sabrina
Presentación de la clase 10 en el MNA



Lecturas:
Paula López Caballero, “Nuestro patrimonio” también tiene su historia. O cómo el
pasado prehispánico se volvió el pasado de todos los mexicanos”.
Néstor García Canclini, Culturas Híbridas

Se refiere al nacionalismo como un estado de pertenencia con relación al tiempo y al espacio. El concepto lo toma básicamente de Anderson y Hobsbawn quienes asocian “la identidad nacional y el nacionalismo [como] producciones culturales que se generan en una red de conexiones transnacionales. Sabemos también que su objetivo es dar forma – al menos a nivel retórico – a una comunidad de pertenencia que ofrezca a sus miembros un espacio y un tiempo compartidos”. (López Caballero, p 1)


Comentario: Añadiría yo a esta cita de
Hobsbawn en el texto de López Caballero un
comentario: pensar también el hecho de que el
nacionalismo puede acomodarse muy bien en
un estado de “mercancía”, como lo menciona
Myers. Nuestro nacionalismo se reduce a
“celebrar el día de la independencia, o cuando
juega la selección mexicana de fútbol”.
Pensemos en el 15 de septiembre: consumimos
la idea y la pertenencia de “ser mexicanos”. El
nacionalismo es un fenómeno que se consume
a nivel mundial.














“ celebración del 15 de septiembre” y "Gorra promocional del 4 de julio"

La idea central del texto se refiere a la creación del nacionalismo como un elemento del imaginario colectivo que nace de un mito que enraíza el sentido de partencia en espacio y tiempo.
“Un elemento constitutivo de esta comunidad ‘imaginada’ son sus mitos fundadores; mitos de origen que marcan el inicio de la cronología que dará forma a la nación, dándole también su personalidad y su singularidad frente a las demás.” (López Caballero, p2)
Dado que el imaginario y las circunstancias de la sociedad cambian, muta de igual forma su sentido de la historia; entonces el patrimonio nacional, como lo dice López Caballero, “no siempre ha sido el mismo o dicho de otro modo, que la referencia a los habitantes del mundo prehispánico y a su cultura como ‘nuestros ancestros’ tiene su propia génesis.” (López Caballero, p2). Cuando la autora se refiere a “su propia génesis” está proponiendo el pensar en una temporalidad y en la posibilidad de que el patrimonio cambie según los intereses e ideales de cada circunstancia histórica.


Anónimo (cuadro de castas), siglo XVIII

Comentario: Para Néstor Canclini el
patrimonio es interpretado como “repertorio
fijo de tradiciones, condensadas en objetos,
precisa de un escenario-depósito que lo
contenga y proteja”. P 158






La identificación de los seres con otros y el racismo que produce el “reconocerte” diferente del otro también lo puedo interpretar como la génesis de la búsqueda de identidad, misma que desembocó en el movimiento criollista.

Respecto a la génesis de los nacionalismos puedo pensar en la exclusión de “lo que yo no
quiero ser” como el punto de partida.




El pato Donald como Nazi

La génesis del nacionalismo, con base en el texto de López Caballero, surge con la crisis de identidad. Un ejemplo es la búsqueda de “lo mexicano”.


Jesús Helguera, 1960

El pasado prehispánico: de civilización antigua a patrimonio arqueológico López Caballero dice:
“En México, la necesidad de elaborar una historia nacional y una ‘mexicanidad’ indigenista debe situarse en un contexto transnacional que, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, hacía del Estado-nación la forma política dominante y del nacionalismo su expresión inherente, casi una ‘condición ontológica de la modernidad’ p3
La modernidad y la mexicanidad se constituyeron casi como un binomio a principios del siglo XX, un ejemplo excelente es el MuseoNacional de Antropología. Ver lectura de Néstor García Canclini, Culturas Híbridas.
Comentario: Al respecto, Néstor García
Canclini afirma que esta modernidad
nacional a la que él llama “teatralización
del patrimonio”, es sólo un esfuerzo por
simular un origen.
Comentario: Cuándo inicia el nacionalismo
prehispánico como discurso de la construcción
del edo-nación.


Según Néstor Canclini “los proyectos modernos se apropian de los bienes históricos y las tradiciones populares”. Con esto se refiere a las alianzas que crea la modernidad con el pasado antiguo (Canclini, p 149). Al igual que López Caballero, Canclini supone al patrimonio como exclusivo de las élites y oligarquías. El patrimonio es el lugar donde mejor sobrevive esta ideología, debido a que son ellos mismos los poseedores.
Comentario: La teatralización del poder
quedó materializada en el MNA, desde lo que
representa simbólicamente el espacio
arquitectónico hasta su contenido.


“La génesis de esta historia comienza en el siglo XVI, poco después de que culminaran los episodios militares de la conquista de Mexico-Tenochtitlan. Como lo señala D. Brading, una conciencia específicamente mexicana comienza a formarse entre las primeras generaciones de criollos. Esta conciencia se funda en el rechazo del origen peninsular (inaccesible para los criollos puesto que nacidos en América) y la identificación con el pasado prehispánico.” (López Caballero, p 4)
Comentario: Nestor Canclini se refiere al
símbolo de la virgen de Guadalupe como una
herramienta que facilitó la identificación con
los indígenas: el color moreno de la piel.



“Pero poco después, a partir de la década de 1840, las élites nacionales fueron encontrando en los episodios de la guerra de Independencia un panteón de héroes y un conjunto de hechos gloriosos más adaptados para representar a la Nación y a sus orígenes. Ello implicó abandonar el pasado prehispánico como raíz nacional.”
Comentario: La historia y sobre todo la
historia oficial, se ha se escrito del lado de las
élites.
Comentario: Es interesante pensar que el
promocional de los festejos de los centenarios
dice “200 años de ser orgullosamente
mexicanos”. Se comprueba que se excluye el
pasado indígena de la mexicanidad.


Además, en esa época los campesinos indígenas en las periferias de la nación en ciernes (Yucatán, Chihuahua, Guerrero) comenzaron a organizar levantamientos armados contra la expansión de las haciendas y la explotación de la mano de obra, la llamada “guerra de castas”. En este contexto, la filiación con el pasado prehispánico entraba en contradicción, por un lado, con el origen español revindicado por esas mismas élites criollas; por otro, con la imagen que dichas élites se hacían de los Indios contemporáneos, percibidos como “bárbaros” o “salvajes”. (López Caballero)P 4 y 5
El impacto de los debates racistas europeos en México, particularmente aquellos que afirmaban la devaluación de las “razas mixtas” también influyó. Para responder a las teorías de la preeminencia de las “razas puras” en el desarrollo del Estado moderno, algunos intelectuales mexicanos trataron de probar “científicamente” que la “raza india” era autóctona y no había migrado de Asía, por lo cual era pura y valiosa, como la española Pero sobre todo, el pasado prehispánico recobró su prestigio como origen y esencia histórica del pueblo mexicano para ser puesto en escena a nivel internacional.
(López Caballero, pp 5 y 6)
Comentario: El rechazo a lo indígena por
un lado, pero la crisis de identidad del otro
lado pesó más, pero ello fue más fácil importar
y adaptar los pensamientos racistas europeos.
El rechazo a lo indígena no fue la salida
victoriosa, fue mejor pensar en una “raza
cósmica”.


La autora se refiere a México como uno de los pocos países poscoloniales que participaron en las Exposiciones Universales cuya estrategia fue: “hacerse un lugar dentro del ‘concierto de naciones’ civilizadas, que en esos entonces eran mayoritariamente metrópolis coloniales” (López Caballero p 6). De este modo, México explotó su antigüedad en estas muestras, exhibiéndose de esta manera moderno y civilizado.
Comentario: Otro ejemplo de teatralización
son las exposiciones mundiales.


El pasado prehispánico: de prehistoria a patrimonio nacional. El discurso del “pasado prehispánico como patrocinio nacional”, es impensable antes de la Revolución, ¿qué fue lo que rescato la epístola comercial de esta guerra civil? Algunos intelectuales contribuyeron al reconocimiento de las expresiones culturales indígenas al hacer del arte popular un arte “verdaderamente nacional”. Resulta muy interesante la paradoja que la autora propone: no hay herederos originales o efectivos de la cultura prehispánica por tratarse de una historia basada en intercambios de índole mestiza.
Siguiendo las premisas de Néstor Canclini, quien se cuestiona la idea de preservar la idea del pasado antiguo y los modos en que éste ha sido reservado y expuesto, la conservación de estos bienes arcaicos “poco tendría que ver con su utilidad actual”.(Néstor Canclini p 151) su fin es guardar modelos semióticos.
Por otro lado, la autora López Caballero se refiere a la preservación del pasado como una
búsqueda de identidad nacional. “ La civilización prehispánica, hasta entonces reducida a antigüedades arqueológicas se volvió, en estos años, la herencia profunda de los Mexicanos. Herencia que debiera encontrarse de manera aun más viva entre las poblaciones indígenas, que desde entonces y hasta hoy, quedaron asociadas a las culturas precolombinas; fue esta operación ideológica la que permitió “incorporar” a esos grupos como elemento constitutivo y valorizable de la Nación.” (López Caballero, 10)
Mientras que López Caballero se cuestiona los orígenes de la identidad nacional y el patrimonio como hoy lo concebimos, García Canclini critica la manera en la que éste ha sido expuesto ante nuestro ojos. La crítica reside en los recursos tales como la teatralización la ritualización, la acumulación de miniaturas y la monumentalización, que ha utilizado el gobierno para crear identidad a través del patrimonio.




sábado, 8 de mayo de 2010

Críticas constructivas, observaciones a la curaduría de MOANA


La estructura del escrito

Esta primera parte del texto la escribo hasta el final de mis reflexiones sobre la curaduría y la muestra Moana presentada actualmente en el Museo de Antropología. Este escrito busca ser una crítica constructiva, desde lo real y lo imaginario, ya que entiendo la complejidad de presentar una muestra en una institución, así como las dificultades que se presentan en un proceso de trabajo en colaboración. Agradezco la visita por parte del curador Carlos Mondragón, que compartió su mirada crítica, sensible y apasionada sobre los objetos de las culturas de Oceanía. Espero que mis críticas sean de provecho y sean entendidas desde una experiencia parcial, ya que estoy consciente de la necesidad de revisar esta propuesta con más detenimiento, ya que la muestra lo amerita.


La sorpresa

El descubrimiento de los objetos relacionados con los textos que hemos revisado durante el curso de la Mtra. Sandra Rozental, generaron en mi interior una fascinación al ver materializados los conceptos analizados. El cambio de visión de un objeto alejado a uno (que a pesar de estar en vitrina), dialoga en una distancia que promueve una interpretación múltiple, desde varios ángulos, creando un puente entre aquellas culturas supuestamente “primitivas” que muestran su complejidad de pensamiento y nos arrojan toda una serie de interrogaciones que salen de la sala de exhibición.

La transformación de sujetos en objetos


Una de las salas que llamaron mi atención fue donde se mostraban los dos cráneos sagrados de antepasados de las tribus de Oceanía. La advertencia concedía un momento de reflexión al entrar al recinto donde guarecían las piezas debidamente iluminadas. Mi sorpresa fue que más o menos en medio de la sala, se encontraba una pantalla con sonido que proyectaba a las tribus contemporáneas. Discurro que la intención podría ser esta unión temporal y de persistencia en el presente de estos grupos sociales, pero la experiencia sensorial que proyectaban los cráneos distraía la atención con las imágenes en movimiento. El silencio para mí, era la resolución y la solicitud de respeto requerida para estos objetos, y así no se hubiese visto interferida por el ruido visual.


¿Cómo presentar objetos etnográficos?


Las problemáticas en el diseño curatorial en algunas ocasiones residen en la inclusión y en la exclusión de lo que se exhibe. Al observar las piezas de Moana con mirada ingenua las podemos describir como objetos, como cosas lejanas, antiguas y que no son próximas a nuestra realidad, con una incomprensión de su origen. Al observarlas críticamente, sabemos que no es sólo lo que se nos presenta, sino la proyección de una serie de capas que lo contienen, la historia, la identidad y su biografía dentro de un sistema cultural.

La pregunta es ¿cómo lograr que el espectador tanto neófito como conocedor despierte esa mirada caleidoscópica y se enriquezca de eso que tiene en frente?
Me parece de vital importancia mostrar los procesos que se encuentran detrás del objeto que visualizamos en la sala expositiva. La narrativa del trabajo de campo, el entendimiento del objeto dentro de un sistema cultural, los registros audiovisuales ayudan a una comprensión integral de un objeto que no se encuentra encerrado en sí mismo.

Problemas visuales y sonoros


Las fotografías documentales que se presentan son de buen formato pero escasas y en algunos casos funciona como una ilustración aislada, que podrían interactuar más con el texto y con las piezas. Observé que algunas si funcionaban en este diálogo, quizá unas fotografías que mostraran algún ritual, podrían ser resueltas con secuencias que nos dieran idea de las acciones que aun se realizan. O simplemente imágenes del trabajo de campo como se muestran en el blog personal del curador.

En el caso de los “malangan” el video está bastante logrado, ya que muestra el testimonio de la ceremonia con los actores y los objetos empleados. Aquí resuelven la cuestión del sonido con la estructura que contiene el audio.

Sobre los audios obtenidos en el trabajo de campo que comentó el curador Carlos Mondragón, hubiese sido enriquecedor poder escucharlos para experimentar de cerca lo vivencial de la investigación etnográfica. Me imagino una sala con acceso a los audios en sillones confortables que generaran una atmósfera de encuentro con las voces, la música y algunas imágenes proyectadas.

Sobre videos proyectados, las animaciones odiadas con justa razón por el curador, se vuelven un recurso tedioso, ajeno y con una propuesta visual que no tiene relación con el montaje. Los gráficos resultan bastantes naives donde se crea una atmósfera “como mítica” de un pueblo “primitivo”, lejano y sumamente arcaico, donde justo la propuesta de la exposición es esta mirada de los ancestros y de la contemporaneidad, en sus formas rituales y cotidianas. Los videos no parecen ni dirigidos ni a niños ni a adultos, sino a continuar con el imaginario de culturas de “ensueño”, de personajes inexistentes y apartados de la realidad.

La muestra fílmica proyectada durante la exposición seguramente complementará la propuesta curatorial, acercándonos a un cine documental que permita la reflexión sobre los conceptos vertidos en la exhibición. Esta misma función debiera tener la página web del museo, que podría ser actualizada durante la muestra.


Las estrategias de acercamiento y de reflexión


Cuando visito algunas exposiciones, en muchos casos los textos curatoriales los leo en su totalidad, otras simplemente los leo rápidamente y observo la relación que se crea con otros visitantes, los cuales generan distintas dinámicas, desde el que lo examina cuidadosamente, otros que lo copian detenidamente empleando la espalda de su compañero como escritorio portátil, otros que simplemente ni lo miran. Las hojas de sala, muchas veces se vuelven objetos de vitrina y muy pocas veces se toman, ya que la educación de objetos de museos nos ha hecho creer que nada se toca. En el caso de Moana funcionan para las personas que buscan mayor información. Creo que si es una buena estrategia el no permitir la escritura dentro de la sala, pero para ofrecer esta opción de lectura y de toma de notas, sería prudente tener una sala de lectura, donde la gente pudiera consultar más textos y poder realizar anotaciones.

Una de las malformaciones profesionales de mi área, que es las artes visuales, me hace querer ver las cosas gráficamente, muchas veces los textos que reviso me los imagino como esquemas. Al pensar en la sala primera pienso en lo siguiente: Al introducirnos, una especie de mapa mental, que sirviera de croquis del discurso curatorial para entender las diferentes salas con sus respectivos conceptos a manera de un esbozo, que pudiese ayudar a las personas que son más visuales a conocer la propuesta. La importancia de considerar las diferentes formas de percepción, permitirán un mayor acercamiento al público, algunos son más sonoros, visuales, hápticos y quinestécicos, así la atención puede mantenerse por un mayor número de visitantes.

El museo imaginario de Moana

- En este museo no hay vitrinas, porque los objetos no corren ningún peligro ni de deterioro ni de ser víctimas de vandalismo, porque a mi parecer los dioses estaban molestos, claustrofóbicos, en las cajas transparentes.

- Cada objeto se desdobla, transporta y genera un análisis, una reflexión y una experiencia. Aquí no importa si tiene etiqueta de experiencia estética, artística, etnográfica, antropológica, todos los elementos están en conjunto y es un deleite y un reto que cuestiona nuestra existencia.

- Las piezas están dispuestas a dialogar, incluso los dioses que muestran un rostro que no habíamos visto nunca antes.

- La visita será como ir en un trabajo de campo, nosotros nos volvemos antropólogos y viajamos para descubrir.

- En este museo no hay instituciones que nos digan que hacer y que no hacer, la anarquía se vuelve un acto de reflexión y trabajo donde existe la libertad de exhibir una coherencia sensible y estudiada.

- En este museo se pueden realizar modificaciones todo el tiempo, por ejemplo, en la pieza Na-Hawhaw from Motalava, Banks Islands, Vanuatu, yo puedo poner una especie de cédula que explique los últimos descubrimientos. Es una pieza viva, que está en un museo vivo.

- La energía producida por los objetos y los visitantes fomentará la creación de nuevas muestras que permitirá seguir teniendo experiencias significativas dentro y fuera del museo.

Fernanda Soler Riva Palacio
Maestría en Historia del Arte, UNAM
Antropología de los Objetos
Mtra. Sandra Rozental
Mayo 2010.

Exposición MOANA en el Museo de Antropología


Extractos tomados de la página del Museo de Antropología:

Con más de 268 piezas divididas en cinco ejes temáticos y que conforman una de las más vastas miradas en América Latina a las culturas de las islas del Pacífico, fue inaugurada la noche del 15 de abril, la exposición Moana: Culturas de las Islas del Pacífico, en el Museo Nacional de Antropología e Historia.


La exposición está conformada por piezas que incluyen telas bordadas, representaciones de deidades en madera, embarcaciones y utensilios de pesca y agricultura, joyería realizada con dientes de ballena, trajes, sombreros y máscaras rituales, así como totems y dos cráneos sagrados de antepasados de las tribus que florecieron en las islas.

Carlos Mondragón curador de la muestra, explicó a la titular del Conaculta los antecedentes de las diversas culturas que florecieron en el archipiélago del Pacífico y cuyos objetos rituales y cotidianos fueron divididos como parte del guión curatorial en las secciones Moana (mar), Fanúa (tierra), Lau (intercambio), Maná (poder) y Atua (mundo sobrenatural).

Explicó que una gran parte de las piezas provienen de los pueblos que florecieron en Nueva Zelanda, Hawai y Rapa Nui, mejor conocida como Isla de Pascua y fueron recopiladas desde finales del siglo XIX y hasta la primera mitad del XX por expertos del Museo Field de Chicago.

Asimismo, la exposición contiene el acervo en custodia del Museo Nacional de las Culturas, denominado Colección de los Mares del Sur, que fue reunido en 1951 por Miguel Covarrubias y Daniel de la Borbolla.

En la sección de objetos dedicados a la agricultura, el curador explicó que para los pueblos polinesios, Fanúa, representa a la tierra y es el otro polo del espacio vital en cual las culturas oceánicas construyen sus tradiciones con un profundo arraigo con el suelo ancestral.

Se explica en el guión museográfico que hay una fuerte relación para estas culturas entre mar y tierra, no como elementos disociados sino como partes complementarias y por ello las piezas de pesca y agricultura se complementan en el recorrido.

Comentó que a través de los objetos se puede conocer la profunda conciencia oceánica de las relaciones sociales, la influencia de los ancestros y los espacios fundamentales como la tierra y el mar que posibilitan su existencia.

Respecto a la agricultura mencionó que para su subsistencia las tribus de estas islas construyen huertos de pequeña escala, colocados en el interior boscoso de su entorno. Cada familia siembra varios huertos al año con el fin de obtener más de una cosecha y diversificar los plantíos.

Explicó que los pueblos que llegaron a las islas del Pacífico partieron hace más de 5 mil años de China, llegando a Indonesia y Filipinas, así como las Islas de Fiji, la Isla de Pascua, las islas de Hawai y Nueva Zelanda.

Sobre las secciones de Maná y Tapú, dijo que el primero es un término generalizado en esas culturas y que habla de nociones de poder, honor y eficacia.

En la exposición se muestran diversas piezas rituales que aluden a Maná como la eficacia de origen divino o sobrenatural que otorgan dotes en la fertilidad, el éxito y la salud. Sin embargo se subraya que el maná no consiste en un poder abstracto sino en la habilidad de actuar de manera concreta sobre el mundo.

No obstante, en la curaduría se incluyen ejemplos que aluden al Maná como una fuerza que también puede ser destructora y por ello es necesario el Tapú, concepto que se refiere al respeto hacia lo sagrado y los ancestros.

Sobre la sección Atua, referente al mundo sobrenatural y ejemplificado por diversas piezas rituales y esculturas de deidades, se explicó que para los polinesios cada objeto cobra una fuerza momentánea otorgada por espíritus ancestrales.

Los audiovisuales que se proyectan en diversas secciones de la exposición muestran que cuando un miembro de la aldea viste el atuendo de un espíritu y ejecuta una danza ritual, el danzante ya no es un miembro de la comunidad, sino es el espíritu mismo de forma táctil y visible.


La exposición Moana: Culturas de las Islas del Pacífico, se exhibe hasta el 30 de junio, de 9:00 a 17:00 horas, de martes a domingo, en el Museo Nacional de Antropología, avenida Paseo de la Reforma y Gandhi, Chapultepec.